El accidente del petrolero Prestige, en noviembre de 2002, originó un grave desastre ambiental que el grupo ecologista Greenpeace, ha rememorado 20 años después.
Para conmemorar el trágico aniversario del Prestige, la ONG ha vuelto a los lugares más afectados por el “chapapote” y ha realizado un documental testimonial con voces que vivieron, en primera persona, el desastre y actuaron para poner soluciones. También ha realizado en su página web un especial en el que recorre la cronología del desastre.
Además veinte años después, Greenpeace ha recordado que las condiciones para que se produzca otro evento catastrófico de similares características siguen presentes. Por el Corredor de Fisterra, frente a Galicia, siguen pasando más de 36.000 barcos al año, un 35 % con mercancías peligrosas como el petróleo. Aproximadamente el 70 % del transporte marítimo de petróleo en la Unión Europea, cifrado en más de 800 millones de toneladas, se realiza frente a las costas del Atlántico y del Mar del Norte.
La gestión de la crisis
Para la ONG entre lo más reseñable de aquel desastre originado por la enorme grieta en el buque el 13 de noviembre de 2002, estuvo la negligente actuación de las autoridades antes durante y después del accidente, así como la desinformación que fue constante durante la gestión. Galicia había sufrido hasta cuatro catástrofes similares en las tres décadas anteriores y, a pesar de ello, no existían ni medios ni un plan de contingencia mínimamente eficaz para abordar el naufragio.
Greenpeace recuerda que fueron cerca de 3.000 kilómetros de costa contaminada, algo insólito hasta entonces y la desinformación oficial fue una de las principales características de una catástrofe de repercusión internacional. Un ejemplo, según los conservacionistas, fue la falta de recomendaciones a la población ante el posible impacto del fuel en la salud de las personas que accedían a las playas.
El impacto del vertido
Greenpeace recuerda que las sucesivas mareas negras del Prestige contaminaron gravemente casi 3.000 kilómetros de costa, desde Portugal y Galicia hasta Francia. Se tuvieron que parar las actividades pesqueras durante meses y muchos ecosistemas y especies fueron arrasadas, incluyendo hasta 200.000 aves marinas muertas, así como delfines, nutrias, tortugas y hasta focas. Greenpeace llama la atención sobre la falta de una evaluación del impacto ambiental a corto, medio y largo plazo que caracterizase, evaluase y cuantificase todos los impactos de la marea negra del Prestige, así como los efectos de aquel fuel tóxico en las personas.
Blanco sobre negro, la movilización social
Por último, la organización ha querido recordar también lo bueno que dejó la catástrofe. Fue la sociedad civil, con el desplazamiento espontáneo a las costas de más de 300.000 personas voluntarias, y el movimiento cívico Nunca Máis que se puso al frente del desastre.