El faro del Puerto de Valencia se ha convertido en un ejemplo de infraestructura sostenible e innovadora, pero también de durabilidad y eficiencia, que servirá de modelo para determinar la duración de construcciones realizadas con estos materiales. Así lo ha explicado esta mañana Raúl Cascajo, jefe de Políticas Ambientales de la Autoridad Portuaria de Valencia (APV) e Ignacio Pascual, arquitecto que ha diseñado el faro y ex jefe de Infraestructuras de la APV, en la jornada: Plásticos en construcción, nuevas soluciones, casos de éxito y retos del sector organizada por el Instituto Tecnológico del Plástico (AIMPLAS).
El faro está situado en la ampliación norte del Puerto de Valencia y se puso en marcha en verano de 2015. Para comprobar la durabilidad y eficacia de esta infraestructura se introdujeron unas probetas extraíbles para realizar ensayos en laboratorio para mostrar su capacidad de resistencia al envejecimiento. Los resultados el primer análisis muestra que el material no presenta degradación de la fibra (vidrio y carbono) después de 2 años de envejecimiento expuestos a la radiación solar, el agua o los vientos. Incluso algunas propiedades, como la tracción, han mejorado tras pasar dos años.
“Tras comprobar estos ensayos y ver los resultados positivos, hemos decidido realizar la siguiente muestra a los siete años en vez de a los cinco previstos. La próxima extracción tendrá lugar en 2023, tras siete años de envejecimiento para realizar los mismos ensayos, verificar si existe modificación de propiedades y confirmar durabilidad del material seleccionado”, ha explicado Ignacio Pascual.
En un principio, según la normativa de edificación, las estructuras de hormigón tienen una vida útil que no puede ser inferior a los 50 años, en el caso de las construcciones con materiales compuestos, no existe normativa, y el caso del Faro del Puerto de València sirve para determinar la durabilidad de estas infraestructuras, que según los primeros ensayos superarán con creces los 50 años.
“El faro es un ejemplo más de los proyectos que está realizando la APV en su estrategia de descarbonización que se sustenta en pilares como la subestación eléctrica del Puerto de València, la utilización de combustibles alternativos (GNL o Hidrógeno), el uso de energías renovables (fotovoltaica, eólica, oleaje) o la conexión eléctrica a buques atracados”, ha destacado Raúl Cascajo.
En este sentido, el uso de los materiales compuestos garantiza una mayor resistencia a la exposición a los ambientes marinos al no verse afectados por la corrosión, menores labores de mantenimiento y una reducción de un 20% de las emisiones de CO2 en el proceso constructivo al requerir menor desplazamiento de materiales pesados.