El año 2019 que ahora acaba ha tenido un protagonista claro en la zona del Estrecho de Gibraltar, aunque con nombre asiático: Rugulopteryx okamurae, el alga que fue localizada desde hace varios años en la zona, aunque no ha sido hasta este año que llega a su fin cuando se han consolidado todos los pronósticos sobre su invasión, tras aparecer por estos mares, según indican los expertos, adosadas en los cascos de los buques.
El hecho de que se haya ido propagando hacia otros lugares del litoral español – y hasta de otros países como el vecino de Portugal – ha propiciado que se despierte un mayor interés por parte de colectivos que reclaman a voces soluciones para acabar con una seria amenaza para el ecosistema marino.
Desde Tarifa, una de los puntos de la costa gaditana más afectados, cada vez más se ha concienciado la ciudadanía para reclamar remedio a una situación que ya ha hecho estragos, en la pesca, las playas y, por ende, en el turismo de la localidad, uno de sus principales motores.
La reclamación más directa y repetida es que sea considerada como «especie invasora», con lo que ello supondría a la hora de dar un paso definitivo para poner en marcha procedimientos efectivos que pongan freno a su propagación.
Otra de las alternativas es que este problema sea visto como una oportunidad, trasladando sus capturas hasta laboratorios y allí convertir estas hierbas marinas en cosméticos, con la revolución que supondría para varios sectores, principalmente para los pescadores, que a diario regresan de faenar con sus artes atestados, y que, de este modo, verían recompensada su labor, paliando en buena parte los estragos que están sufriendo.
Sea cual sea la solución, lo que todos tienen claro es que la invasión es un hecho, que los expertos ya han planteado posibles vías de escape a la situación y que no hay más tiempo que perder, por lo que en 2020 las administraciones competentes en esta materia deberán ponerse de acuerdo para encontrar remedio a un grave problema que afecta al Estrecho de Gibraltar.