Seguramente Bartolomé Díaz no era consciente en ese momento de que estaba entrando en la historia de la navegación, cuando en 1488 lograba doblar el cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica) al abrir ruta hasta Oriente. Lo hizo a bordo de un buque cuya réplica aún – y hasta este domingo – se puede disfrutar en el puerto del Saladillo, hasta donde cientos de curiosos y amantes del mar han ido desfilando durante estos días para conocer su historia.
La carabela portuguesa, que fue construida en madera de pino y roble por especialistas que respetaron fielmente las normas de construcción naval del siglo XV, se encuentra realizando una gira europea durante la que ha hecho escala en más de 15 puertos en diferentes países como Francia, Bélgica, Inglaterra o Alemania.
La Boa Esperança, por su origen portugués, se destina a la formación en el arte de navegar a vela, a participar en pruebas y eventos náuticos, así como servir de referente para la investigación del comportamiento y maniobra de las antiguas carabelas.
Fue lanzada al agua el 28 de abril de 1990 y, desde entonces, ha atracado en numerosos puertos del norte de Europa y del Mediterráneo, recibiendo un programa regular de visitas, como las que pueden darse todavía este fin de semana.