La Bahía de Algeciras: un punto estratégico en la historia marítima del Mediterráneo y el Atlántico

Navegando más allá de las Columnas de Hércules, los fenicios redefinieron las rutas comerciales y los asentamientos costeros en el Estrecho de Gibraltar

La teoría de que los primeros grupos humanos llegaron al sur de Europa cruzando el Estrecho de Gibraltar durante el Paleolítico Inferior ha sido desacreditada por investigaciones genéticas recientes. Los análisis de ADN sugieren que la población humana en el sur de Europa se originó a partir de migraciones desde la región ecuatorial interior de África hace aproximadamente 70.000 años. Estas poblaciones se dirigieron primero a Asia y luego se dispersaron en diferentes direcciones, incluyendo una que rodeó el Mediterráneo para llegar a Europa. Se estima que los primeros colonizadores llegaron al sur de Europa hace alrededor de 35.000 años.

No existen evidencias que sugieran que estas primeras poblaciones eran navegantes. La evidencia arqueológica sugiere que la navegación en el estrecho de Gibraltar no comenzó hasta el Neolítico, hace unos 7.000 u 8.000 años. Se cree que los primeros navegantes en la región fueron del Mediterráneo oriental, las islas del Egeo o Grecia, embarcándose en viajes de exploración y migración.

Aunque existen pruebas claras de asentamientos anteriores en la Bahía de Algeciras, no hay evidencias que sugieran que estas comunidades practicaban la navegación más allá de la pesca costera. La paleontología y la arqueología aún no pueden proporcionar información precisa sobre el origen de la navegación en el área del Estrecho y su desarrollo hasta el establecimiento de los primeros asentamientos. Aún no se sabe qué rutas y direcciones tomaban, quiénes eran los navegantes, en qué áreas protegidas recalaban y qué tipo de embarcaciones usaban.

Se cree que una vez establecidos los primeros asentamientos en ambos lados del Estrecho, hace unos 6.000 años, pudo haber habido contactos más o menos regulares entre ambas costas. Sin embargo, una exploración sistemática del mar Mediterráneo que implicara suficientes conocimientos para establecer rutas, recorrer áreas costeras, superar condiciones marítimas adversas y contar con una tripulación organizada y profesionalizada, solo comenzó a producirse alrededor del 1.300 a.C.

Los marineros del Egeo de esta época realizaban viajes que, siguiendo de cerca la costa y las rutas de las islas, les permitían llegar hasta el estrecho de Gibraltar. Aproximadamente al mismo tiempo, los Pueblos del Mar expandieron su influencia por el Mediterráneo oriental, incluso recurriendo a la violencia cuando era necesario, con incursiones posteriores en las áreas central y occidental.

Los fenicios, que ya habían establecido rutas de navegación y comercio con los egipcios desde el 1500 a.C., comenzaron a expandirse hacia el oeste desde sus grandes ciudades portuarias de Tiro y Sidón alrededor del 1.200 a.C. Las ciudades y factorías que fundaban crearon una red de colonias que permitió a esta extraordinaria civilización marítima y comercial continuar su expansión, dominando una parte muy importante del Mediterráneo y, más allá del Estrecho de Gibraltar, las costas cercanas del Atlántico.

La Bahía de Algeciras, situada en el Estrecho, posee una ubicación y características únicas. Protegida de las principales tormentas de la región, especialmente las del este y oeste, la bahía ofrece un refugio seguro. Las corrientes marinas del Mediterráneo también favorecen a la Bahía de Algeciras como un paso marítimo protegido del Mediterráneo al Atlántico. La combinación de vientos, corrientes y la geografía costera han hecho de la Bahía de Algeciras un punto de escala privilegiado y un refugio para las embarcaciones de vela y mixtas de vela o remo a lo largo de la historia de la navegación anterior a la Revolución Industrial.

En las rutas que van del Mediterráneo al Atlántico y en las comunicaciones entre Europa y África, la Bahía de Algeciras ha sido, es y será el espacio estratégico más importante para la navegación. Este patrimonio marítimo de la bahía de Algeciras sigue siendo relevante hoy en día y seguirá siendo un punto clave en la navegación en los años por venir.»

La Bahía de Algeciras, situada en el Estrecho, posee una ubicación y características únicas. Protegida de las principales tormentas de la región, especialmente las del este y oeste, la bahía ofrece un refugio seguro. Las corrientes marinas del Mediterráneo también favorecen a la bahía de Algeciras como un paso marítimo protegido del Mediterráneo al Atlántico. La combinación de vientos, corrientes y la geografía costera han hecho de la bahía de Algeciras un punto de escala privilegiado y un refugio para las embarcaciones de vela y mixtas de vela o remo a lo largo de la historia de la navegación anterior a la Revolución Industrial.

En las rutas que van del Mediterráneo al Atlántico y en las comunicaciones entre Europa y África, la Bahía de Algeciras ha sido, es y seguirá siendo el espacio estratégico más importante para la navegación. Este patrimonio marítimo de la Bahía de Algeciras sigue siendo relevante hoy en día y seguirá siendo un punto clave en la navegación en los años por venir.

Más allá de las Columnas de Hércules: el legado fenicio en el Estrecho de Gibraltar

El Estrecho de Gibraltar, tradicionalmente conocido como las Columnas de Hércules, ha jugado un papel monumental en la historia de la navegación y el comercio. Desde las primeras navegaciones de altura por los fenicios y los griegos en el Mediterráneo, este punto geográfico estratégico se estableció como un hito indiscutible. Los montes Calpe en la costa norte y Abila en la sur, representando las columnas de Hércules, delineaban un límite geográfico que llevó siglos traspasar con regularidad.

Los mitos y la mitología antiguas pintaban el Estrecho como un límite temible, un umbral que podía resultar peligroso traspasar. Se decía que más allá de las columnas, el mar estaba habitado por monstruos temibles, constituyendo el llamado mar Tenebroso. «Non plus ultra», no más allá, era la advertencia para los audaces navegantes.

Sin embargo, los fenicios, expertos navegantes y exploradores incansables, conocedores de las costas del Estrecho, se atrevieron a desafiar estas advertencias. Según algunas fuentes, fundaron Gadir, ahora conocida como Cádiz, en el año 1.204 a.C., aunque las pruebas arqueológicas actuales sitúan los restos más antiguos en el siglo VIII a.C. Fue durante este periodo cuando comenzaron a establecer colonias y factorías a ambos lados del Estrecho.

Pintura rupestre de una embarcación a remo ubicada en el abrigo de la Laja Alta, en Jimena de la Frontera. Fotografía: Rocío Palomares.

Las evidencias arqueológicas indican que, a partir del siglo VIII a.C., los fenicios establecieron y desarrollaron lo que podríamos llamar las primeras ciudades portuarias en el área del Estrecho. Estos nuevos núcleos tenían una estrecha relación con el mar y la navegación. Contaban con puertos naturales y posiblemente algunos incluso con pequeñas obras portuarias artificiales. Estos asentamientos se convirtieron en prósperos centros de comercio marítimo.

Las fundaciones de Gadir (Cádiz), Cerro del Prado (Bahía de Algeciras), Tingis (Tánger), Zilis (Arcila), Lixus (cerca de Larache), y las diversas factorías de salazón de pescado, crearon una red de asentamientos estables que facilitaban el comercio marítimo en el Estrecho y sus alrededores. A partir del siglo VI a.C., estos asentamientos también comenzaron a exportar productos derivados de la pesca a mercados más alejados del Mediterráneo.

Factoría romana de salazones en Algeciras.

Los fenicios de Tiro, con una visión práctica y comercial, mantuvieron los mitos y las leyendas, pero fundaron una red de ciudades y factorías más allá de las columnas. A partir de este momento, se embarcaron en exploraciones que llevaron a los marineros tan experimentados y valientes como los héroes míticos a explorar las costas atlánticas de Europa y África, pero con objetivos comerciales más realistas y prácticos.

La llegada de los navegantes fenicios, su interacción con las poblaciones existentes, y su intención de establecer una presencia permanente en la región y organizar una navegación regular han dejado un legado indiscutible. Esta influencia se puede observar en los restos arqueológicos, en algunas fuentes escritas, y en las primeras imágenes gráficas que representan la navegación y el comercio.

Los fenicios no solo dejaron su huella en las ciudades y asentamientos que fundaron, sino también en las rutas comerciales y las técnicas de navegación que establecieron. El intercambio cultural y comercial que impulsaron cambió la dinámica de las sociedades locales y sentó las bases para las futuras civilizaciones que surgieron en la región. Demostraron que las supuestas barreras y límites, como las Columnas de Hércules, podían ser traspasadas. Su legado en el Estrecho de Gibraltar es un testimonio de la capacidad humana para explorar, adaptarse y prosperar en nuevos entornos.

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