Las consecuencias negativas de facilitar el acceso al puerto sólo a pasajeros con billetes cerrados

Responsables y trabajadores de las agencias, personal de las navieras y negocios de la estación marítima, principales perjudicados tras la medida adoptada para agilizar los embarques de los viajeros

La pandemia del coronavirus ha provocado que desde Puertos del Estado se hayan lanzado distintas medidas a tomar en las dársenas del país encaminadas a la agilización de los embarques de los viajeros, dando prioridad a la protección de la salud de éstos y de los trabajadores que los atienden, tanto en tierra como a bordo de los buques de pasaje, haciendo que el contacto entre ambas partes sea el menor posible.

Una de ellas, y que desde el pasado día 1 de julio se ha puesto en práctica en el puerto de Algeciras, ha sido la obligación de presentarse en los controles con sus reservas cerradas con antelación, poniendo fin a esa práctica habitual de aparecer por la estación marítima o las agencias próximas a ésta para adquirir sus billetes, incluso minutos antes de que el barco de turno partiera hacia Tánger o Ceuta.

Esto ya se acabó, o al menos por el momento, aunque todo hace indicar que se quiere implantar esta medida para acostumbrar a los viajeros a utilizar las nuevas tecnologías, como enlaces web o aplicaciones de dispositivos móviles, para agilizar al máximo los embarques.

Sin embargo, esta obligación ha echado por tierra las esperanzas de los responsables y trabajadores de las 14 agencias que están ubicadas en el interior del puerto, que permanecen cerradas desde mediados del mes de marzo. Cuando se reactivó la línea con Ceuta vieron la opción cercana de recuperar su actividad, pero esta medida deja sin sentido la apertura de sus locales, ya que ellos sólo pueden dedicarse a la venta de billetes, mientras que son las propias navieras las encargadas de cerrar las reservas o entregar las tarjetas de embarque, haciendo que el futuro se antoje nada halagüeño para este colectivo.

También las propias compañías podrían optar por el recorte en sus plantillas al comprobar que en sus taquillas su personal sólo podrá dedicarse a informar a los clientes o facilitar el acceso a sus barcos.

Además, al establecerse los controles de escáner en la entrada de la propia estación marítima, a ésta sólo se les permitirá acceder a los que vayan a embarcar, por lo que se reducirá notablemente el número de personas que, en circunstancias normales, pasaban por el restaurante – cafetería de la primera planta o las tiendas de comestibles, telefonía y de billetes de bus hacia otros puntos de la geografía española, por lo que se aumentaría el número de afectados por esta medida implantada que, cuanto menos, ha creado controversia.

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