Verdemar denuncia la presencia de redes fantasma que matan fauna marina en el Parque Natural del Estrecho

Estos restos, además de tener un impacto sobre el medio ambiente marino, afectan a la navegación marítima y la actividad pesquera

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El grupo Verdemar-Ecologistas en Acción ha denunciado la existencia de redes fantasma (redes que los pescadores pierden en el mar o sencillamente abandonan porque ya no les sirven), que se encuentran a la deriva en aguas del Estrecho de Gibraltar provocando un gran impacto ambiental como residuo plástico, causando la muerte de especies marinas que quedan atrapadas.
Cuando se hace recuento en relación a la pesca para consumo humano, generalmente se queda fuera la cantidad afectada por las redes fantasma
Los conservacionistas aseguran que, cuando se hace recuento en relación a la pesca para consumo humano, generalmente se queda fuera la cantidad afectada por las redes fantasma y muchas de ellas se enredan en los fondos y acaban atrapando todo lo que se les cruza en el camino.
Verdemar recuerda que la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) denuncian en un informe que las redes, trampas, flotadores y otros aparejos de pesca que se rompen, abandonan y pierden como consecuencia de tormentas o quedan atascadas en áreas donde hay trampas de fondo, constituyen un 10% de los residuos marinos, es decir, unas 640.000 toneladas. Además, estas «redes fantasma» capturan y matan cada año miles de peces, tortugas, aves y mamíferos marinos mucho tiempo después del final de su vida útil, ya que al estar compuestas por materiales sintéticos pueden durar más de 500 años.
Estos restos, además de tener un impacto sobre el medio ambiente marino, afectan a la navegación marítima y la actividad pesquera. En la actualidad, las peores afectaciones se deben a las llamadas redes de agallas, en las que el borde inferior es anclado al suelo marino y se elevan con flotadores colocados en su borde superior. Una vez desplegadas, forman una pared vertical que llega a medir varios kilómetros de largo que, si se pierde o abandona, puede «seguir pescando sola meses y años».
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