Greenpeace reclama a la ONU santuarios marinos para preservar la biodiversidad de los océanos

Dos tercios del agua de mares y océanos (la mitad del planeta en términos absolutos) son aguas internacionales en las que, por sorprendente que parezca, no existe regulación alguna sobre la protección de su biodiversidad.

Por eso, en el marco del encuentro sobre océanos que, desde esta semana y hasta el 21 de julio, acoge la sede de Naciones Unidas de Nueva York, Greenpeace quiere recordar la necesidad de pactar globalmente un Tratado de los Océanos que impulse la creación de reservas marinas, también llamadas santuarios, donde se garantice la protección de las especies que las habitan y se posibilite su reproducción y desarrollo, al margen de la sobreexplotación industrial, de la contaminación y de los efectos del cambio climático.

Para lanzar este mensaje, Greenpeace se ha desplazado hasta el Mar de Alborán en su barco Esperanza. Se trata de una zona única por la coexistencia de especies atlánticas y mediterráneas, que la Convención de Diversidad Biológica de Naciones Unidas está en proceso de declarar EBSA (Áreas de Significancia de importancia ecológica o biológica). Sin embargo, este mar, limitado por el estrecho de Gibraltar y el eje imaginario que une Cabo de Gata (Almería) con Orán (Argelia), se encuentra amenazado por, entre otras cosas, haberse convertido en una de las rutas marítimas más transitadas del mundo ya que por el Estrecho de Gibraltar circulan unos 100.000 barcos al año.

Según la responsable de Biodiversidad de Greenpeace, Pilar Marcos, «tenemos la suerte de contar con un tesoro natural a nuestro lado, donde conviven innumerables tipos de aves (residentes y migrantes), tortugas, más de 15 especies de cetáceos y ricos corales de profundidad que son, en sí mismos, refugio para un sinfín de especies. Eso sin mencionar otras comunidades de peces de interés pesquero. Sin embargo, a pesar de toda esta riqueza, se trata de un mar en riesgo al estar rodeado por más de seis millones y medio de habitantes -desde Málaga a Almería, Argelia y Marruecos- que cada día dejan su huella en la costa (vertidos de aguas residuales, plásticos, ruidos…)».

El cambio climático generado por el ser humano ya está ocasionando un aumento de la temperatura del agua en el mar de Alborán, haciendo que algunas especies crezcan o invadan sus aguas, en detrimento de otras que están disminuyendo. Y el impacto humano sigue aumentando en la zona por la urbanización irracional, así que es fundamental proteger la riqueza de este espacio cuanto antes.

Con el fin de presionar a Naciones Unidas para que se inicien las negociaciones sobre el Tratado de los Océanos en 2018, Greenpeace participa estos días en la reunión de Nueva York y anima a toda la ciudadanía a apoyar este objetivo, subiendo mensajes e imágenes a sus redes sociales bajo el hashtag #OceanSanctuaries.

En su recorrido por el mar de Alborán, Greenpeace cuenta con el acompañamiento de dos expertas en aves y cetáceos realizando investigaciones propias sobre la situación del área, así como con un equipo audiovisual, cuyo material viajará a Nueva York para mostrar gráficamente, ante la sede de Naciones Unidas, la riqueza de la fauna mediterránea.

Hasta el próximo 17 de julio, Greenpeace España continuará un tour marítimo por el sudeste español para, en el marco de su campaña Protección a toda costa, exigir a las autoridades que no se sigan destruyendo los mares ni el, ya damnificado, litoral (sólo un 27% de toda la costa española está protegida).

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